top of page

Dragon Quest, 30 años de fantasía.


Allá por 1986, en tierras niponas, tuvo a bien nacer Dragon Quest (Doragon Kuesuto), un J-rpg dirigido por Koichi Nakamura, bajo la batuta de Koichi Sugiyama y cuyo diseño artístico surgió de los pinceles de Akira Toriyama. Un juego muy básico y que sin embargo sentó muchos precedentes. Durante treinta años, Enix y posteriormente Square Enix nos han venido deleitando con una saga que si bien no alardea de bases argumentales rebuscadas y con miles de recovecos -como bien hacen otras sagas rivales, vease Final Fantasy-, si que puede levantar orgullosa la medalla a la fidelidad. Con unos pilares enormes como son su jugabilidad clásica, su desarrollo pausado y duradero, sus divertidos combates y sus carismáticos personajes, Dragon Quest sabe enamorar y mantener la pasión en los seguidores de la saga, sin olvidar nunca de donde viene ni el porqué, y conviertiendo cada capítulo nuevo en una fiesta bien recibida.

La premisa es bien básica, pues normalmente somos el heroe anónimo al que al principio nombraremos a nuestro gusto y que deberá enfrentarse al terrible villano de turno, siempre lleno de maldad y que solo pretende la destrucción. No busca la moralina típica a los que nos tienen acostumbrados otros rpgs y simplemente trata de divertirnos. Bajo toda esa pátina, Dragon quest es muy clásico, y funciona con unos combates por turnos de libro, sin tiempo activo ni demás cabriolas, turnos puros y duros -y bastantes exigentes de hecho-, en los que sentimos que realmente ganamos con nuestro sudor cada metro avanzado y en los que sufrimos terribles penalizaciones. Morir en una de sus largas mazmorras -o igualmente en campo abierto- nos reportará el perder una enorme cantidad de nuestros estipendios monetarios, tan necesarios para conseguir armas, armaduras, hierbas medicinales, etc, a parte de ser seguidos por un pequeño ataud que nos recuerda continuamente que nuestro compañero yace en él, a la espera de que lo resucitemos. Y no nos saldrá barato, pues habremos de acudir a una iglesia y bajo pago pedir su resurgir, o gastar una valiosísima hoja de Yggdrasil.

Salvar partida tampoco estará a nuestro alcance en cualquier momento, ni tendremos puntos de guardado continuamente. Tendremos que visitar -nuevamente- una iglesia para poder salvar, o bien ser bendecidos y encontrar algún milagroso punto de guardado, normalmente antes de los jefes finales. En las versiones portátiles también se nos da la posibilidad de un guardado rápido para esos momentos claves en los que nuestra batería amenaze con una pronta muerte. Igualmente, las iglesias nos servirán para curarnos de maldiciones o preguntar cuanto nos falta para subir de nivel.

Nuestros personajes avanzarán muy distintamente entre ellos, siendo cada uno completamente único y complementario, dandonos ello la posibilidad de poder afrontar los combates de muchas maneras distintas, y variando de un nivel a otro la cantidad de puntos necesarios para lograrlo, con lo que es muy difícil saber (si no lo preguntamos, claro) en que orden subirán.

Los enemígos son un tour de force de imaginación y carisma, encontrandote continuamente con monstruos que derrochan personalidad, que se mueven al son de la música de batalla -en los capítulos más modernos, claro- y que desprenden humor por los cuatro costados. Desde el eterno limo a labibabiosas, pasando por golems frankestenianos o murcielagos vampiros con rostro de cerdo. Y sus movimientos en combates no les van a la zaga. Desde poderosos ataques hasta bailes chorras, incluyendo de vez en cuando alguna pifia bien gorda, como tratar de tirar un conjuro sin tener PM (puntos de magia). Los jefes finales son bien desafiantes y tienen una personalidad y unas motivaciones muy propias. Desde un bufón maquiavélico a una langosta voladora cabreada con nosotros porque una bola de cristal le cayó en la cabeza y piensa que fuimos los culpables (estos dos pertenecen a D.Q.8)

Dragon Quest es por ésto y por muchas otras razones una saga imprescindible para todo buen rolero y que ahora más que nunca está nuestro alcance, pues durante muchos años no fue sino la sombra de la gigantesca Final Fantasy y apenas pudimos olerlos. En EE.UU. tuvieron algo más de fortuna pues algunos vieron -bajo el nombre de Dragon Warrior-, pero en Europa no los catamos hasta su octava parte.

Y es en éstos días cuando celebramos el que ha llegado a 3DS el capítulo 7, enfundado en un magnífico remake que ha sido desarrollado por ArtePiazza, que también nos trajeron las anteriores partes para DS a excepción de las tres primeras. Coged vuestras portátiles nintenderas, someted vuestra cartera al castigo del desembolse monetario y haceros con uno, pues nos hallamos ante un título magnífico y que pertenece a una saga no menos magnífica.

Nota para toda la saga: Un deliete, un dejarte llevar, disfrutar de cada pieza musical, de cada diseño, sudar cada combate o reirte con cada ocurrencia, sin más pretensiones que eso.


Posts Destacados
Posts Recientes
No hay tags aún.
Buscar por Tags
Archivo
bottom of page