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Figuras jugonas. Satoru Iwata (1959 – 2015)

“Antes que nada, los videojuegos están creados para ser una sola cosa: ser divertidos para todos”

Es condición humana el atosigar, castigar y menospreciar a los que nos rodean en vida, algo que hacemos continuamente. Nos cuesta perdonar fallos y aún más absorber y comprender ideas contrarias a nosotros. Y es con su desaparición cuando comenzamos a verlos por lo que hicieron bien, por lo que nos legaron y por cómo fueron.

Satoru Iwata, nacido en Sapporo un 6 de diciembre, hace unos 58 años, fue el primer presidente de Nintendo en no pertenecer al férreo clan de los Yamauchi, la familia fundadora de la empresa nipona. Desde un punto de vista occidental, ajeno a la encorsetada cultura japonesa tal vez esto no nos sea extraño, pero para un japonés, conseguir taladrar la indestructible barrera familiar de una empresa es un logro único, increíble e irrepetible.

En una conferencia en 2005 Satoru soltó una de sus más celebres citas y toda una declaración de intenciones:

“En mi tarjeta de presentación soy un presidente corporativo. En mi mente soy un desarrollador de videojuegos. Pero en mi corazón soy un jugador”.Satoru Iwata consiguió levantar a una Nintendo en horas bajas con arriesgadas decisiones, intentando cambiar la manera de enfocar el videojuego, pero siempre con la premisa de ofrecer un producto que fuera divertido y que atrajera a todo el mundo por igual.

Pero de la misma manera que subió con unas Ds y Wii exitosas, bajó con una 3ds a la que le costó muchísimo esfuerzo reflotar y con una Wiiu que ha terminado siendo un fracaso y cuyo fallido marketing puso en la cuerda floja al propio Iwata.

Y aun así, llevó siempre por delante una serie de principios que deberían ser parte fundamental en cualquier presidente o CEO. No castigo a sus empleados por el mal lanzamiento de 3ds, no cerró grupos de desarrollo (ni otras prácticas empresariales más que deleznables), todo lo contrario. Frente a la adversidad, el joven presidente aseguró los trabajos y sueldos de aquellos hombres y mujeres que trabajan en la gran N, y siendo honesto consigo mismo aplicó a su sueldo y al de otros directivos un menoscabo del 50% como remedio.

Iwata defendió la empresa de los Yamauchi con uñas y dientes hasta el mismo momento de su fallecimiento. Demostró una enorme capacidad para reírse de sí mismo, poniéndose en el centro de aquellos Nintendo Directs, donde lo mismo se disfrazaba que combatía al más puro estilo anime con Reggie Fils Aime. Los últimos Nintendo Directs que co-protagonizó fueron con guiñoles. Nintendo Directs que muchos, la gran mayoría tomó a burla, pero que evidentemente evidenciaron el mal que ya aquejaba a Iwata, ese terrible cáncer de páncreas que nos lo arrebataría un 11 de julio del 2015, y su afán por continuar luchando, afán por seguir siendo parte de todo ello, aunque fuera solo con su voz.

Hizo maravillosas micro-entrevistas a distintos desarrolladores y creadores de la empresa, donde anteponía la importancia de aquellas personas a su propio rango. Porque, en la cultura japonesa un empleado siempre, repito, siempre hace la reverencia. Pero en aquellos pequeños Nintendo ask era Satoru quién hacia la reverencia a los que consideraba los verdaderos genios de su empresa, anulaba su figura para ensalzar la de los que estaban por detrás.

Satoru Iwata sufrió las iras y críticas de muchos por muchas de sus decisiones, algunas acertadas y otras muchas desafortunadas, pero siempre estuvo presente, en primera persona, para defenderlas.

Cuando falleció allá en 2015, la industria se vio golpeada duramente por su perdida y las redes se inundaron de homenajes y bellas palabras. Porque, como he dicho al principio, los seres humanos siempre acabamos viendo y quedándonos con lo bueno, lo realmente valioso. Algo muy fácil de conseguir con Satoru Iwata. Porque si una cosa llevaba por bandera aquel hombre era la de ser un jugador.


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